Para que os hagáis una
idea, en la semana que llevo aquí ha llovido todos los días y la previsión es
así al menos hasta el lunes… de lo más halagüeño. Y eso sin hablar de la
temporada de huracanes, que sospecho que no debe andar muy lejos, pero eso será
otro capítulo.
Por ahora nos vamos a centrar en el capítulo “agua”. Como no
hay mal que por bien no venga, vamos a pensar que la lluvia es buena y
necesaria para llenar nuestros tanques, y aprovechar a contar cómo se realiza
el suministro de agua.
Aquí no hay ningún sistema estatal de aguas, vamos que Aguas
de Valencia, Aqualia, o la correspondiente de cada lugar, tendrían poco negocio
en esta isla.
El agua se recoge a través de estos tejados blancos, que son
iguales en todas las casas y se fabrican así desde el siglo XVII. Están compuestos por bloques de piedra caliza superpuestos y unidos con un mortero y cubiertos por una capa
de pintura que, supuestamente, lleva componentes desinfectantes (si a estas
alturas os estáis preguntando si eso nos lo bebemos sin más, la respuesta es
sí, pero mejor no pensar en ello en profundidad). La ley obliga a pintar los
tejados cada dos o tres años para que estén desinfectados y limpitos, y el 80%
del agua de la lluvia se cuela por unas aberturas hasta los tanques que están
debajo de las casas. Estos tanques tienen que mantenerse limpios y
desinfectarse al menos cada 6 años. Y ya está. Yo prefiero no pensar en los
“aditivos” que puede llevar el agua incorporados, digo yo que en estos casos es
mejor la felicidad de la ignorancia…
(Ah! y por si se os ha ocurrido que quizás podíamos beber el
agua embotellada, otro día haré un capítulo sobre los precios en los supermercados,
seguro que la idea se os va de golpe!)
Este es nuestro tanque de agua
Si os preguntáis cómo sabe, la respuesta es “a nada”, pero
tiene efectos diferentes al agua al que estamos acostumbrados. Comparada con
las zonas de playa en España (acostumbrados al agua de Valencia), lo primero
que llama la atención es que al secarse no deja manchas de cal, así que la
mampara de la ducha se limpia sola como por arte de magia. Y otro efecto
curioso se nota al fregar los cacharros: todo se resbala de las manos, así que
creo que la vajilla se verá reducida considerablemente en estos dos años.
Por buscarle la parte positiva a que se pase el día
lloviendo, mencionaremos que si hubiera sequía y se vaciara el tanque de casa,
habría que comprar cargas de agua a unos 90 dolaritos cada una… así que visto
así, ¡viva la lluvia!